2 TRIMESTRE

Después de estudiar la vida y la obra de Goya asi como los acontecimientos que tuvieron lugar principalmente en España en esa época junto con sus manifestaciones literarias, vamos adentrarnos en la nueva organizacion social y economica que surgio tras la nueva revolución industrial.
Durante este periodo iremos colgando en este blog los ejercicios diarios que realizaremos en clase junto con comentarios personales y objetivos sobre sucesos correspondientes.

martes, 21 de septiembre de 2010

La historia de Goya

Francisco de Goya
Introducción 1
Francisco de Goya y Lucientes, conocido como Goya, podría ser denominado como "el aragonés por excelencia" o como "el genial aragonés" porque es sin ninguna duda uno de los mejores artistas que esta tierra, Aragón, nos ha proporcionado nunca.
La vida de Goya fue larga e intensa y fue impulsada notablemente por la época en la que vivió, denominada La Ilustración, gracias a la cual despuntó en España y Francia y se dio a conocer por el resto de Europa.
Sus trazos han cautivado a medio mundo, sus colores han dejado boquiabiertos al público, y sus pinceladas le han convertido, junto con Velázquez, en uno de los pintores más universales que ha tenido España.
Francisco de Goya y Lucientes era un pintor profundamente religioso lo que no impidió que se saltara todas las reglas artísticas de su época para pintar tal y como él quería, es decir, a su manera, por lo que fue perseguido, en varias ocasiones, por la Inquisición.
Goya vivió en una época en la que España estaba regida por el absolutismo por lo que tuvo que exiliarse a Francia, exactamente a Burdeos, dónde murió a los 82 años tras una larga vida plagada de mujeres, enfermedades, y problemas relacionados con su trabajo y su familia.
En definitiva Francisco de Goya y Lucientes nos ha proporcionado a los Aragoneses prestigio y admiración de otras culturas, y nos ha dejado todas esas obras maravillosas que rebosan arte por los 4 costados.


.El siglo XVIII es llamado el siglo de las reformas. La situación europea, a la que no resultaba ajena España, tras las guerras del XVII, demandaba actuaciones que mejorasen la situación existente en la economía, la sociedad y la política. Estas acciones fueron llevadas a cabo en España por el movimiento político conocido como Ilustración española.
Los Borbones adoptan la forma de gobierno conocida generalmente como "despotismo ilustrado". Se rodean de un gabinete, normalmente formado por miembros de la nobleza baja, que llevan el peso de la burocracia estatal, como Esquilache, Floridablanca, Aranda o Godoy. De esta forma, la monarquía fortalece los secretarios de estado y despacho, excluyendo a la alta nobleza de los puestos de responsabilidad y del poder que de ellos emanaba, buscando una administración competente y completamente subordinada al poder real. Otra de la novedades introducidas es la aparición de la figura del intendente como instrumento de la monarquía en todos los campos de la actividad económica y social. La Hacienda se reforma, pasa a depender de secretarios, y se modifican los regímenes fiscales de los reinos de España, con la introducción de nuevos impuestos. En 1782 se funda el Banco de San Carlos.
En la segunda mitad del siglo XVIII se multiplican las acciones encaminadas a mejorar las condiciones comerciales y la incipiente industria. Se eliminan los puertos secos y se mejoran las comunicaciones, se abren más puertos al comercio americano... Se crean fábricas reales, y se favorece la creación de nuevas fábricas, tanto de lujo como de manufacturas. La reforma del ejército y de la marina fueron favorecidas por la construcción de numerosas factorías y maestranzas, así como astilleros. El resurgir de la flota favoreció la recuperación del comercio marítimo con las colonias americanas.
La nobleza, gran propietaria, mantiene sus privilegios jurisdiccionales., basados en el régimen de señorío. En la poblaciones de mayor tamaño existían ayuntamientos, formados por regidores bajo la autoridad de un corregidor. Carlos III introdujo la presencia del pueblo llano mediante la elección de procuradores y/o diputados del común, elegidos mediante sufragio indirecto.
La Iglesia mantiene, la jurisdicción sobre las tierras y territorios que le son propios. Las relaciones con el poder real resultaron difíciles. Momento crucial fue la expulsión de la Compañía de Jesús de España, durante el reinado de Carlos III (decreto de 20 de marzo de 1767). Por contra, no puede olvidarse que la presencia del clero en los gobiernos borbónicos es continua.
Todas estas reformas entran en crisis tras la guerra contra Napoleón. Las nuevas ideas comienzan a transformar la sociedad y la cultura, penetran en el ejército... los mecanismos políticos, sociales y económicos desarrollados en el siglo XVIII son
insuficientes a comienzos del siglo XIX. A pesar de los intentos de Fernando VII, las propias reformas de sus antecesores y la influencia europea fueron los acicates para nuevos modelos, que se desarrollaron en el país, en la época liberal, a través de duros y sangrientos episodios

Goya, historia y pasión 
Distintas corrientes migratorias fueron llegando a lo que es hoy el territorio argentino, alrededor del año 3000 a.C. 
A la zona que nos ocupa arribaron descendientes de los indios del Caribe, los guaraníes. 
Pertenecían a la gran familia lingüística tupi-guaraní, que abarca una gran parte de América del Sur. Sin embargo, en nuestro país no ocuparon grandes extensiones, se establecieron en las cercanías de los ríos Paraná, Uruguay, Iguazú y otras fuentes de agua de la región, en las islas más orientales del Delta del Paraná y en aquéllas que se encuentran más cerca de su desembocadura, también al norte de la provincia de Corrientes y en una pequeña parte del Chaco salteño. 
La selva les proveía de todo lo que necesitaban para vivir: alimento, vestido, medicinas y cobijo. 
Guaraní significa guerrero. Su dios era Tupa. No tenían templos ni ídolos; Tupa estaba en la naturaleza, en la brisa y en los sonidos de la selva. Amaban la música y tenían conocimientos de zoología, botánica y medicina. 
Los guaraníes eran semi nómades, polígamos, no adoraban ídolos y comían lo que la naturaleza les proveía. 
Transcurriendo la colonización española, la ciudad de Goya se originó como asentamiento en el siglo XVIII, motivado por el progresivo quehacer del comercio fluvial vía río Paraná. Por éste se daba salida y traficaba la importante producción agro-ganadera desde el Paraguay hacia el Sur, mercadería que llegaba al puerto de Buenos Aires y desde allí se reembarcaba, es decir era exportada principalmente con destino a Europa. 
Este movimiento portuario fue acercando gente hacia el lugar, principalmente “paisanos” criollos, que hasta entonces habitaban en las tierras no inundables por donde estaba la traza del llamado Camino Real, con sus postas en el trayecto de Buenos Aires a Corrientes y Asunción. 
De esta manera fue creciendo este poblado que con el tiempo se convertiría en el Puerto de Goya. 
Por azar del destino, el matrimonio Bernardo Olivera y Gregoria Morales había resuelto establecerse al sur del río Santa Lucía, en las proximidades de la Reducción de Santa Lucía de los Astos, por entonces único sitio de civilización y evangelización de la zona. Aquí, en estas latitudes, levantaron su vivienda justo a orillas del río Paraná Miní. 
Olivera se presenta ante el Real Cabildo peticionando le sea concedido en depósito “un terreno vacío, yermo y despoblado, para poder criar en él algunos animales, para mantener a su numerosa familia... tierras que se encuentran en la otra banda que llaman Santa Lucía, en la costa del río Paraná (es decir, Paraná Miní)”. 
Este petitorio fue escuchado por el Real Cabildo de Corrientes, se le adjudicó la tierra solicitada el 29 de agosto de 1771 con carácter de “merced” a uno de los que hasta esa fecha eran súbditos. 
Según lo que ahora se sabe, Goya nunca fue fundada, es decir, no se cumplió con la ceremonia tradicional de conquista y colonización española para esos acontecimientos. 
Fue declarada ciudad en 1852 y su nombre se puso en homenaje a la mencionada pobladora doña Gregoria Morales de Olivera (doña Goya), quien poseía un comercio de venta general y era famosa por la elaboración de quesos. 
Entre los hitos históricos que hicieron famosa a la ciudad de Goya, está la historia de Camila O’Gorman, quien fue protagonista de un famoso drama durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas. 
Hija de Adolfo O'Gorman y Périchon de Vandeuil, su madre fue Juaquina Ximénez y Pinto. 
Era nieta de Ana Perichon, la célebre "amiga" de Santiago de Liniers, reconquistador de Buenos Aires. 
Camila nació en Buenos Aires en 1828. Tenía diecinueve años cuando conoció al párroco del Socorro, Ladislao Gutiérrez, llegado de Tucumán. La joven cantaba en las funciones religiosas y trataba al sacerdote en su casa. La afinidad espiritual se transformó en amor y la pareja decidió huir de Buenos Aires, el 11 de diciembre de 1847, en dirección a San Fernando, bajo los nombres de Valentina Desan y Maximo Brandier. Allí embarcaron con la complicidad del patrón del barco y llegaron a Goya, Corrientes, en tanto eran buscados por pedido del padre de Camila. Pero su suerte estaba escrita. Las fuerzas del gobierno los encuentraron y apresaron. En un frío amanecer del 18 de agosto de 1848, Camila O’Gorman y Ladislao Gutierrez fueron fusilados. Los acribillados cuerpos de los amantes lograron finalmente perpetuar el abrazo por el cual se les quitó la vida.




La cronología .
Cronológicamente Goya (1746-1828) pertenece a la generación de David y Canova, los maestros neoclásicos, pero en contraposición a las pautas de ese estilo, va a prescindir de las normas estéticas que éste imponía, para investigar sobre problemas plásticos diferentes y novedosos que lo van a conducir en un camino evolutivo solitario, a las márgenes del arte contemporáneo. Lo más singular de Goya es su soledad plástica, su mundo visual, creado por su mundo interior, sin normas, ni modelos, ni ideales a imitar. Es un artista que se excede, tal vez demasiado vital y temperamental, por ello sus búsquedas no son lineales, sino zigzagueantes. No tuvo que huir de sí mismo ni de su entorno más inmediato para crear, lo cual lo opone también a los neoclásicos y a los románticos. Sus motivaciones las encontró en su interior, en su propio YO, en la introspección de su alma que, reflejaba una parte del alma de todos los hombres, mostrando comportamientos que en ella se desarrollan, siendo pues el factor humano el protagonista fundamental de su obra. Por todo lo expuesto no puede encuadrarse en la estética de su tiempo, por lo que resulta de muy difícil clasificación.
A lo largo de su vida (82 años) se sucedieron las grandes transformaciones tanto en España, como en Europa, asistiendo a la Revolución Industrial, la Revolución burguesa que cambió el Antiguo Régimen, etc. Fue un hombre comprometido con su tiempo, siendo un convencido liberal, despreciando profundamente la opresión y la ignorancia en que los estamentos privilegiados mantenían a los “no privilegiados”.
Se sabe que estuvo en Roma y obtuvo éxito en su presentación a la Academia de Parma con la obra “Aníbal pasando los Alpes”. A su vuelta de Italia inició su primera obra importante, la pintura de la bóveda del “Coreto del la basílica del Pilar de Zaragoza” (1771-1772) en la que se aprecia la influencia de los pintores napolitanos, Giaquinto y Lucas Jordán.

Todo parecía indicar que la trayectoria del pintor transcurriría dentro de los cánones de su tiempo, pero ya en fecha temprana, en 1778 pinta una obra para la catedral de Valencia, “San Francisco de Borja asistiendo a un moribundo”, en la que anticipa algunos de sus rasgos distintivos posteriores, con un expresionismo manifestado no solo en el rostro atormentado del moribundo, sino en las terribles figuras que aparecen junto a su cama, unos seres fantásticos, tal vez demonios, que van a aparecer por vez primera en su obra, y se convertirán, con los años en motivo recurrente. La representación de las apariciones en la pintura tradicional se ajustaba siempre al hecho de un sueño del personaje, pero aquí, las apariciones no son reales, ya que el personaje moribundo las siente, ofreciendo así el pintor las imágenes de los “espantos” agazapados en los rincones del alma humana, capaces de irrumpir ocasionalmente en iguales o similares circunstancias. Anticipa también en esta obra el tema de la locura, tan presente en su producción, puesto que la mortal angustia del moribundo le ha hecho perder el contacto con la realidad. Vemos pues como el pintor ya desde sus inicios marca una tendencia que no se ajusta exactamente a la de su contemporáneos, preludiando el camino que recorre de manera más clara a partir de 1808.

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