Nacido en 1746 en Fuendetodos, un pueblo cerca de Zaragoza, Francisco de Goya fue hijo de un artesano dorador y, desde la adolescencia, manifestó su vocación de artista. En 1759, a los catorce años, comenzó su aprendizaje en el estudio del pintor local, José Luzán que, le enseño los fundamentos de la pintura. A los dieciocho años, al ser rechazado en la Academia de san Fernando tras acceder a dos concursos (1763 y 1766), entró a trabajar en el estudio de Francisco Bayeu, con cuya hermana se casaría más tarde. En sus primeras obras, demostró tener un notable dominio de la técnica, ligada todavía a la tradición académica.
Se fue a Roma en 1771 para perfeccionar su estilo.Cuando volvió de Italia se estableció en Zaragoza y comenzó a pintar cuadros de estilo religioso, de entre los cuales podemos destacar la vida de la virgen y el niño Jesús. Esta época fue importante para el por que aprendió a pintar cuadros de grandes conjuntos de personas.
Una carrera oficial prometedora.
Su boda con Josefa Bayeu el 25 de julio de 1773, hermana de dos pintores entonces de renombre, Francisco y Ramón Bayeu, y su marcha a Madrid lazaron su carrera como pintor. Gracias a su cuñado empezó a pintar cartones para la Real fábrica de tapices. Pinto 63 cartones entre 1775 y 1792, que le ayudaron a formarse como pintor y le alejaron de el estilo religioso. Los tapices tenían una temática costumbrista y popular. Paralelamente, Goya se convirtió en el realista más solicitado por los nobles, con obras como El conde de Floridablanca, Ventura Rodríguez . En 1785, fue nombrado vicedirector de la Academia de san Fernando y, al año siguiente, pintor de la corte de Carlos III. Tres años más tardes, le nombró “pintor de cámara”. Goya tenia una posición social muy buena, y eso se refleja La pradera de san Isidro y La gallina ciega, (1788 y 1789) y en algunos de sus retratos La familia de Carlos IV y La condesa de Chinchón, (1800 ).
Crisis personal y colectiva.
En el invierno de 1792-1793, Goya padeció una grave aunque desconocida enfermedad, de la que se tiene noticia de algunos de sus síntomas a través de las cartas de sus amigos, especialmente “el ruido de la cabeza y la sordera”. La enfermedad coincidió con acontecimientos especialmente virulentos en Francia: el juicio de Luís XVI, su ejecución y el “período de terror”. En España, la caída de Floridablanca, su sustitución por Aranda y el clima de guerra contra Francia que éste suscitó, determinaron una enérgica reacción defensiva contra el enciclopedismo y la difusión de las “ideas disolventes”.
Goya sufrió una transformación tras los acontecimientos históricos y el sufrimiento y aislamiento que le causaba la enfermedad. Entre 1793-1794 aumento su interés en pintar cuadros en que aprecia multitudes de personas.
De Los caprichos a Las majas.
En Febrero de 1799 aparecieron la serie de “los caprichos”, que tenia la intención de censurar los errores y vicios humanos. La serie de Los caprichos se compuso de ochenta y cuatro grabados, en los que destacaron claramente cuatro temas principales: la corrupción de las costumbres (la prostitución y el celestinaje), la superstición (en forma de brujería), el anticlericalismo (los vicios de los clérigos y su poder sobre las personas) y la ignorancia (que aprovecha algunas de las imágenes de la época). La ambigüedad, introducida muchas veces por la censura en Los caprichos, estuvo también presente en la serie de cuadros sobre temas de brujas (1797-1798) que le encargó el duque de Osuna (El convidado de piedra, Visión fantástica, Aquelarre, etc.).
Goya tenia su propio estilo y al terminando este tipo de temática desagradables con pinturas cortesanas algunas de erotismo y provocación. El presunto romance vivido por el pintor y la duquesa de Alba dio pie a la imaginación popular para crear una leyenda en torno a La maja desnuda (1800) y La maja vestida (1805), aunque la identidad de la modelo sigue siendo un enigma.
Los desastres de la guerra.
La guerra de la independencia (1808-1814), además de la expulsión de los franceses de la Península , representó un cambio radical y violento de las estructuras tradicionales. En las pinturas que Goya realizó en esta época, más que tomar partido entre patriotas e invasores, se situó en la óptica del pueblo que padecía la violencia, la desolación y el exterminio. Obras célebres de estos años fueron: La sublevación de los mamelucos en la Puerta del Sol y Los fusilamientos del 3 de mayo, pintados después de 1814. En ambas obras se evidenció el protagonismo de la masa y en sus personajes Goya tipificó las diversas actitudes ante el horror valiéndose de múltiples expresiones, gestos y movimientos. Esta tipificación se hizo particularmente evidente en la serie de aguafuertes de Los desastres de la guerra (1810-1820). Goya, con lucidez y genio notables, consiguió una meditación sobre los hechos concretos y sobre la condición humana en general.
De Los disparates a las Pinturas negras.
En 1814, Fernando VII regresó a España y se instauró la represión absolutista en el país. El ambiente de terror, sospecha y conspiración afectó particularmente a Goya que, al parecer, fue vigilado por el tribunal de la Inquisición por “la obscenidad” de sus Majas. Hacia 1819, realizó una nueva serie de agua fuertes denominados Los disparates, también conocidos por Los sueños o Los proverbios, que mostraban una visión metafórica y delirante de la realidad política y social, con el absurdo, la desolación y el fatalismo como pauta de lo cotidiano.
A partir de 1819 Goya compro y remodelo una casa de campo conocida como la Quinta del sordo, y allí vivió parte de su vejez y realizo las Pinturas negras (1820-1823) entre las cuales podemos destacar (Saturno comiendo a uno de sus hijos, Dos viejos tomando sopa, Duelo a garrotazos), que culminaban la visión desesperanzada y sombría del género humano y del mundo, al que el pintor juzgó como un sumidero de brutalidad y salvajismo.
Últimas obras
El trienio liberal se rompió en 1823 con la invasión de las tropas francesas, concluyéndose el período constitucional abierto en 1820 e instaurándose la segunda monarquía absoluta de Fernando VII y la consiguiente persecución implacable de los liberales. Goya se sintió amenazado; ya en septiembre había tomado la precaución de donar la Quinta del sordo a su nieto Mariano y, tras pedir el permiso real, en septiembre de 1824 se instaló definitivamente en Burdeos, donde moriría el 16 de abril de 1828.
En los cuatros año que Goya vivió en Burdeos, has que murió en 1828 realizo barias punturas y litografías: Los toros de Burdeos (1825), los retratos de Leandro Fernández de Moratín (1828) y La lechera de Burdeos (1825), obra que anuncia ya el impresionismo.
La biografía la echo yo con ayuda de una enciclopedia y lo he resumido con ayuda de la profesora.
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